Aquel viaje a Turquía....Pasan los años pero los recuerdos quedan.

Sé que  muchas de mis queridas amigas van a revivir momentos hermosos cuando lean lo que he plasmado aquí.
Ese viaje que hicimos hace algunos años,  fue donde conocí a varias de las viajeras que aún siguen dando vueltas por el mundo conmigo, además de seguir brincado por allí nos ha quedado una hermosa y profunda amistad y un cariño entrañable.

Porque se nos antojó Turquía? Quizás porque ya había ido y me fascino…porque cuando le contaba a Nejjie las bellezas de ese país, se le salían las lágrimas, quizás porque uno de mis hijos fue conmigo la primera vez y ahora quería llevarme al segundo…quizás para brindarles a los demás la oportunidad de ‘Vivir” lo que yo había “vivido”….

En esa ocasión fuimos un grupo más o menos grande y la verdad yo conocía creo que apenas a la mitad. Tenía una sensación de ansiedad y emoción. –siempre me pasa cuando llego a un destino nuevo con un grupo- 

La Mezquita Azul

A la vez fue revitalizante el volver a respirar esos aires, el oír de nuevo esos sonidos el sentir un amanecer en Estambul con el canto que invita a la oración llegándonos junto con la brisa que penetra por la ventana, moviendo las muselinas que hacen marco por donde otrora se asomaban aquellas damas otomanas. Que intenso era salir al balcón de la habitación y sentir que se podía estirar el brazo y tocar las cúpulas de la Santa Sofía, y al voltear, las murallas  del Palacio de Topkapi, donde estábamos prácticamente adosados, levantábamos  la mirada, y más allá, los minaretes de la mezquita azul. Que sentir tan infinito!  Estábamos en el centro de la ciudad antigua, La Cisterna a unos pasos, el Bazar más allá. Y pensar que caminábamos sobre las mismas piedras de Constantino, Ataturk, de príncipes y de princesas………casi se percibía la esencia de esas épocas, es realmente embriagador.       Nos alojábamos en un hotel boutique formado por varias casonas  las cuales conservaban el mobiliario, a mí me gustó mucho  porque me fascinan los hoteles con “carácter” mi amiga Olga estaba fascinada también, pero Catira no se unía a nuestro deleite.    
Estábamos hospedados detrás de la Santa Sofia                                           
Salimos de Estambul para explorar más de este bello país  y cruzamos el Estrecho de Los Dardanellos, como  imagine a mi Alejandro Magno cruzándolo, llegando al Asia con sus tropas, a la Conquista del mundo!  Me erizaba el pensar que caminaba sobre sus huellas…
En este sitio está la península de Galipoli (Gelibolu) que esconde uno de los episodios más trágicos de la Primera Guerra Mundial, la batalla de Los Dardanellos donde se extinguieron más de 500.000 vidas entre aliados y turcos.
Tomamos el ferry para llegar a Canakkale, hacía mucho frio y tratábamos de calentarnos con café turco, llegamos a Çanakkale, estábamos en Asia!, preparándonos para encontrarnos con los enigmáticos misterios que encierra su geografía, lo primero que divisamos fue un caballo de Troya, nos parecía muy familiar y nos explicó Simón (nuestro guía) que recientemente fue comprado por el ayuntamiento de la ciudad, a la productora de la película Troya de Brad Pitt.            
En el ferry

El Caballo de Troya de la película en donde actuó Brad Pitt
                                                                                              
Hay otro caballo creado por un escultor en los años setentas que está anclado en las ruinas de Troya del cual la Catira (Isabel Carlota Silva) se cayó orgullosamente, se Catira que para ti fue dolorosa e incómoda la caída, pero no dejamos de comentarlo como una anécdota tragi-cómica, en fin no cualquiera se cae del caballo de troya!
El caballo de Troya que se haya en la entrada de las ruinas de esta ciudad.

Ese día oímos los ecos de la historia, donde Simón, nos explicó cada detalle de Bérgamo –o Pergamo-, con su acrópolis llena de  templos mutilados cuyas partes arrebatadas descansan en lugares lejanos. Imaginamos como seria aquel primer centro médico llamado el Asclepión, cuyo Dios era Esculapio, y donde vivió el célebre Galeno. Gabriela siempre me acordare de ti cuando se nombre a Esculapio.
En la noche luego de un día totalmente mágico, nuestras mentes bullían intensas llenas de colores e imágenes del pasado, y con el cansancio en el cuerpo varios de nosotros decidimos acercarnos al Hamman (baño turco) a entregarnos a esos placeres corporales, a  abandonar la humanidad en manos expertas que se dedican a frotar y masajear cada punto de la piel, la experiencia inolvidable.
Simón o Saygýn nuestro guía nos fue de muchísima ayuda, es una persona totalmente preparada en su campo, al principio estaba un poco malhumorado con el grupo, pero no sabía cómo manejar a esa cantidad de personas  la mayoría venezolanos que a veces lo interrumpíamos, no lo dejábamos hablar, nos demorábamos……bueno  se imaginan…..pero al final terminamos todos amando a Simón y él a nosotros.
Isa y Lulu

Las comidas eran exquisitas, platos basados en cordero, vegetales yogurt, y que rico el cafecito turco y el elma çay, (te de manzana) ahhhhh y el chocolate con pistachos!  Nos sorprendió también lo buenos que son los vinos en Capadocia, especialmente el tinto de la Casa Turasan. Mañeña me recomendó uno en específico y lo descorché una noche ya en casa siendo aprobado por nuestro amigo Niels.

Éfeso fue enigmática, metrópoli antigua, centro de desarrollo, solo el dieciocho por ciento de esta ha visto el cielo de nuevo el resto permanece enterrado. Su biblioteca legado de Julio Celso, su gran teatro con cabida para 22.000 espectadores, la aceras de mosaicos que adornaban aquellas tiendas en la calle principal, el arco con la medusa, los baños, las calles cubiertas de mármol donde dejaron sus huellas Alejandro, Lisímaco, San Pablo, San Juan. Más allá retirada de la bulliciosa ciudad, por la colina se encuentra la casita en donde la Virgen Maria vivió sus últimos años, sitio muy emotivo con una linda energía, el Papa nombro este lugar como santo en los años sesentas. .
La hermosa biblioteca de Efeso

Uno de los atardeceres más bellos nos los fue brindado en Pamukkale, estar en lo alto de la colina divisando los restos pétreos que nos hablan de un suplicio sufrido por San Felipe, comparándolo con la quietud del pastor que lleva su rebaño de corderos zigzagueando las rocas salpicadas de verde, la Hiera- polis a un lado y más abajo las piscinas travertinas cuyo azul turquesa se ve manchado por los colores que refleja el atardecer, un sol cansado despidiéndose del día y enfrente la luna casi llena, orgullosa al ser vista posando en un cielo donde aún no la acompañan las estrellas. Aún recuerdo esos instantes, caminando descalza por miles de años de  formación calcárea, calentando los pies con la aguas que vienen del subsuelo, fue totalmente mágico!
Las piscinas de Pamukale 
Después de un largo trayecto hacia el centro de la Anatolia, donde los paisajes nos abrumaban por lo diferente y hermosos, donde vimos la luna llena posar de nuevo para nosotros junto a los picos de las montañas cubiertos de nieve, llegamos a Capadocia, que lugar infinito, paisaje único, extraño, salvaje y acogedor, lleno de anécdotas y testigo de milenios.
Nos fascino el hotel, El Elkep Evi, donde Haydar Haykir nos atendió muy bien. Pasábamos de habitación en habitación, todas eran diferentes, talladas en las rocas, eran cuevas! Difícil de describir, hermosas!. Alfombras turcas en el suelo, divanes, y baños con todo el confort occidental.

Hay amigas! Que alboroto tenían en ese lugar, era como si les hubieran dado cuerda. No paraban!!
Visitamos ciudades subterráneas, donde se alojaron los primeros cristianos, Alan mi hijo prácticamente tenía que caminar arrodillado, no cabía en eso túneles. Que inteligentes las preguntas de Jesús, pero desde muy pequeño ha viajado con nosotros y siempre presta mucha atención a todo lo que sucede alrededor.(Vieran a Jesús hoy en día! Todo un muchacho grandote)
Olga posando con la vendedora de muñecas a la entrada de la ciudad subterránea.

Tengo muchas más anécdotas y vivencias no las puedo contar todas, otras ya las he olvidado… Camila con su sonrisa dejando a los turcos embelesados con ella. La increíble experiencia cuando fuimos a ver la danza de los Derviches, no tengo palabras para expresarlo, pero fue muy interesante. Fumando el narguile con Rosiris, Nejjie, Mafe, Ali, Yolanda, los dos Carlos, Sergio…ahhh por cierto que bien lo paso el allá, con la experticia de Aarón nuestro conductor, que persona tan adorable, lloramos  al despedirnos de el.
Seguiré compartiendo con ustedes mi pasión por los viajes y culturas remotas. Ese viaje a Turquía fue maravillo!! Ya han pasado años…pero los recuerdos y las vivencias nos quedan.


 
En Pamukale

Paisaje fuera de mundo en Capadocia

Mercado de Estambul

Alberto, Marianella y Miguel a la entrada de nuestro hotel en Estambul

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